Familia & hogar

A la hora de dormir, ¿dejarle llorar o ayudarle a conciliar el sueño?

domingo 22, febrero 2015 - 8:06 am

bebé llorando

¿Acaso saben los niños calmarse solos?

No. En realidad no, porque aún cuando han pasado los días y los bebés ya no lloran, se han producido unos cambios en su cerebro que demuestran que, pese a no llorar, están bastante alerta, más estresados que si hubieran sido atendidos desde el principio.

Esto sucede porque cuando uno es bebé su cerebro superior o racional es todavía lo suficientemente inmaduro como para comprender que por la noche está seguro. Dicho de otro modo, un bebé de 6 meses, o de 9, o incluso de 12, no es capaz de razonar hasta el punto de tener claro que por la noche no le va a pasar nada y que por la mañana se levantará con un nuevo día, tan saludable como se acostó. Como no lo sabe, reclama la atención de los padres para estar y sentirse seguro.

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Probablemente dirás "qué tontería, claro que no le va a pasar nada, ¿por qué se estresa si está la puerta de casa cerrada y nosotros estamos en la habitación de al lado?". Pues se estresa, se pone nervioso y reclama tu presencia porque no sabe qué es una casa, no sabe qué es una puerta, no entiende el concepto de "está cerrada, no puede entrar nadie" y probablemente, al no veros, oíros ni sentiros cerca, no tiene demasiado claro si estás al lado o no.

Ni lo entiende ni, en realidad, los bebés actuales deberían entenderlo, que hay quien dice "a ver si evolucionan ya, que ya no vivimos en el paleolítico", precisamente porque hay bebés que no viven en un piso, apartamento o casa con puerta, sino que viven en la selva o en países donde hay animales salvajes y numerosos peligros.

Imaginar un bebé que nace ahí, que sea tan tranquilo como para dormirse en cualquier sitio, incluso solo. Correrá siempre más riesgo que uno que llora más y reclama la presencia de los padres incluso cuando cierra los ojos, precisamente, porque el primero puede dormir un poco separado de mamá o papá, pero el segundo no.

En consecuencia, como los bebés no saben calmarse solos, nosotros, los adultos, tenemos que ayudarles a ello. ¿Quieres que tu bebé se duerma tranquilo, en paz, sabiéndose seguro, acompañado o prefieres que se duerma después de llorar un buen rato, agotado después de pedir ayuda y no obtenerla? Yo voto por la primera, pero hay quien opta por la segunda, a pesar de que son bebés que muchas veces duermen peor por coger el sueño cansados y nerviosos.

Pero luego del llanto, los bebés se quedan callados y tranquilos... ¿Quiere decir que funciona?

Sí, funciona. El método suele conseguir que los niños dejen de llamar. No es que hayan aprendido que por la noche no les pasa nada, es que se adaptan a la situación: "para qué llorar y llorar si aquí no viene nadie". Dicen los expertos que cuando esto, pasa los niños entran en un estado primitivo de defensa. El corazón se acelera, también la respiración y aumentan los niveles de cortisol (hormona del estrés en el cerebro).

Estudios con monos han demostrado que cuanto más tiempo están los animales separados mayor es el nivel de cortisol y que, cuando el mono deja de quejarse por la soledad, los niveles siguen tan o más elevados, como si hubieran entrado en un estado de "ya, dejo de quejarme, estoy solo ante el peligro".

Este estado de cortisol elevado durante bastantes noches hace que los niños se vuelvan muy sensibles al estrés, que les afecte en demasía. Vamos, que si no se soluciona, si siempre viven de esa manera, si el estilo educativo conlleva el no ayudar demasiado al niño a calmarse, sino en dejarle o ignorarle para que sea él quien encuentre cómo calmarse, se corre el riesgo de que en la edad adulta sea una persona con dificultades para manejar el estrés, una de esas personas con carácter muy fuerte, que explotan fácilmente, con poca paciencia y que, incluso, buscan momentos y actitudes que les genere cortisol.

Algo así como un pez que se muerde la cola: sus cerebros están tan acostumbrados a vivir en estrés, con el cortisol elevado, que parece que buscan elevarlo inconscientemente. Una vez elevado, tienen dificultades para controlarlo, precisamente porque de pequeños nadie les ayudó a que los niveles bajaran con cariño, contacto, brazos, etc.

Explicado de esta manera suena verdaderamente problemático. Parece que por dejar llorar a tu hijo vas a criar a un futuro psicópata y quizás digas eso de "a todos nos dejaron llorar y no somos psicópatas". Bien, en el peor de los casos sí, pero no es lo habitual.

Hablamos siempre de carácter, de maneras de ser, de acciones que hoy en día aceptamos como normales. Todos conocemos a personas con carácter fuerte, difíciles de controlar, con poca paciencia... o personas que enseguida se preocupan por todo y se ahogan en un vaso de agua, que al mínimo problema se desbordan y no son capaces de encontrar soluciones... o personas que no se sienten cómodas en distancias cercanas o tan acostumbradas al poco contacto de niños, que no son demasiado capaces de aprovechar el poder de los abrazos y el cariño y, ni los reciben (porque no saben recibirlos) ni los dan.

Gente así hay en todas partes, pues las vemos en el día a día. No están locas, no son psicópatas, pero arrastran problemas derivados de la educación que recibieron de pequeños, de la falta de contacto y de cariño, de la ausencia de padres en momentos como el del sueño, cuando ante la pregunta "¿dejarle llorar o atenderle?" optaron por lo primero, creyendo que eso les haría más independientes y más capaces, cuando lo que lograron es que fueran, quizás, más solitarios y antisociales.

Fuentes bebesymas.com



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