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"Siempre tuve la precaución de chequearme"

miércoles 1, octubre 2014 - 5:58 pm

Zulma Ochoa, 37 años

“Soy hija de sobrevivientes al cáncer y por ese mismo factor desde mis 30 años siempre tuve la precaución de realizarme autoexámenes, mamografías y ultrasonografías. En uno de esos chequeos, a mis 35 años, me sentí una bolita, fui al doctor, el mismo que vio a mi madre, en Agosto del 2009 y me dijo que creía que era cáncer, porque en la ultrasonografía se veían partes lisas, y los que caracterizan al cáncer, generalmente son estrellados o de otras formas.

Me programaron la operación hasta en febrero del 2010, y ahí me descubrieron cinco pelotitas más. El doctor extrajo los que estaban a la vista, tres de ellos eran benignos, el más pequeño de todos era cáncer.

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Al extraerme los ganglios, y analizar que cuatro de 12 estaban contaminados, las palabras del doctor en ese momento fueron “Bueno Zulma, no tengo que explicarte nada, porque usted ya sabe el proceso, así que lo primero que hay que hacerle es una mastectomía radical. Yo voy a hacer lo que pueda y Dios hará lo demás”.

-”Bueno hija, si Dios fue bueno conmigo, ¿por qué no lo será contigo?” – me dijo madre, con nueve años de sobrevivencia al cáncer de mama.

Fue duro. Fue una noticia que no me esperaba, porque una cosa era haber pasado el proceso junto a mi madre, acompañarla en sus sesiones, cuidarla y tenerle toda la paciencia, porque en esos momentos el carácter se vuelve muy sensible, y otra muy diferente era el tratamiento conmigo.

Mi madre fue mi mejor apoyo durante todo el proceso, una mujer muy fuerte y valiente.

Iniciamos el tratamiento y después de la primera quimioterapia, se me empezó a caer el cabello, así de fuerte fue el tratamiento conmigo, me puse mal. Pasaba ingresada en el seguro durante ese proceso.

En total, fueron seis sesiones de quimioterapia y 25 de radiación.

Con esta enfermedad, le doy gracias a Dios, porque de esa manera se empieza a valorar la vida, a disfrutar cada momento, cada persona, me hice una persona mas paciente, me llené de una serenidad, aprendí a depender de Él, y a aprender que la vida es bella y que me va a amar de cualquier manera.

De verme frente al espejo y aceptarme tal y como soy, que nunca he cambiado.

También, se me dio la oportunidad de llegar a otras mujeres, y brindarles el mensaje de que todo se puede superar, de entenderlas, saber lo que sienten.



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